martes, 11 de diciembre de 2012

Sed roja: Parte II

El destino, como no podía ser otro; era el árbol seco. Quien tenía la parte baja abultada como un vientre bien nutrido que se abría dejando el espacio justo para que yo y la serpiente pudiéramos pasar. 
Después de franquear el arco más o menos ojival que se había formado naturalmente tuve que esperar unos minutos a que mis ojos se acostumbraran al lugar. Minutos durante los cuales pude comprobar que el sitio era relativamente húmedo. Aunque muchísimo más agradable que el exterior. Se podría comparar incluso con una lujosa residencia con control de temperatura. El olor que reinaba era de madera, un olor dulzón agradable y acogedor. Puede que fuera ese olor lo que hizo que mis músculos se destensaran y me empujará a sentarme.
En cuanto mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, dejándome en penumbra pude determinar porque mi asiento pese a ser cómodo estaba tan bajo. Era un simple cumulo de cuerdas dispuestas en espiral como si formará una extraña alfombra. Me encontraba sentado de modo que mis piernas desnudas y estiradas rozaban el suelo arcilloso del refugio y mi espalda se apoyaba en la corteza interior del árbol.
El nivel del suelo debía de haber sido rebajado artificialmente, por que el agujero de cuatro metros aproximadamente debía de estar a cosa de metro y algo más del suelo. Así que mi cabeza quedaba casi a ras de la entrada teniendo que usar los brazos para subir.
Aunque poco importaba en mi actual postura de relajación. Donde aunque la oscuridad me lo impedía ver, podía sentir como la serpiente me observaba fijamente. Estuve un tiempo sentado recuperándome mientras que ella no paraba de mirarme fijamente, con esos ojos de serpiente negros que no pestañeaban.
Tuvo que pasar bastante tiempo y puede que incluso hubiera sesteado un poco, de golpe decidí cruzar mis piernas y sentarme en la postura de rodillas cruzadas. 
Como si hubiera estado esperando ese momento, la serpiente decidió hablar. Si, hablar. Puede que fuera la falta de sueño, alimento y agua lo que me hacía alucinar, que simplemente estuviera loco o que las serpientes solo hablan con los humanos cuando están a solas. ¿pero qué estoy diciendo? Claro que no, las serpientes no hablan nunca con humanos. Puede que de repente yo entendiera el idioma serpiente. A fin de cuentas antes había entendido que no debí comerme el gusano. ¿O era solamente lo que creí entender? Demasiada información para procesar. Personalmente creo que salí ganando callando hasta el último ápice de mi ser para escuchar el monologo de la serpiente.
Quien asomo lo justo su cabeza negra para que el resto del cuerpo quedará en penumbra y empezó a hablar, al poco tiempo quedo claro que su lenguaje daba saltos en el tiempo. De pronto era arcaico y educado para pasar a ser moderno y rápido.
No, no te levantes tranquilo, tomate tu tiempo para acomodarte no necesito tumbarme, el invitado hoy eres tú. Aunque ya estoy viejo, más viejo seré cuando acabe de hablar contigo ¿no?
Bueno como respuesta a tu pregunta. Te diré que no soy una serpiente realmente. Esta es solo una de las múltiples formas que puedo adoptar, aunque esta me pareció de las más educadas y cómodas para este encuentro en pleno desierto. A lo largo de la historia he tomado muchos aspectos y nombres, de mujer, hombre, planta, animal, objeto y en definitiva cualquier cosa que puedas imaginar. Tantos nombres que no recuerdo el mío propio, tantos aspectos que mi esencia se diluyo en cada forma que adopté
Yo pude ver como Poncio Pilato se lavo las manos cuando fue muerto el primer hippie de la humanidad. Y también vi como el hombre primitivo del que desciendes pintaba su caza deseada en las paredes de cuevas mientras que yo removía su paleta para que no se coagulara la pintura. El arte evoluciono y yo con él, gracias a unos de mis amigos italianos pude ver los excelentes dibujos de uno de sus mecenazgos; un tal Leonardo Da Vinci que ilustraba con todo detalle el cuerpo humano.
Aunque la medicina no siempre fue así, hubo un tiempo en el que los chamanes realizábamos los ritos con cánticos y tambores a la luz de la luna. La misma luna que fue adorada por los griegos como Selene. Luna que con sus rayos baña la tierra fértil.
La tierra que acoge en su seno las raíces de las plantas que son la base de la dieta. Plantas como el trigo que es molido para ser transformado en pan y harina. El mismo pan que es comido en las gradas de Roma durante las peleas de gladiadores, un alimento que fue creado como papilla cerca del Nilo y las palmeras en Egipto y es sustituido en Asia por el arroz.
Arroz que viene a la península ibérica de mano de los musulmanes. Una gente que más tarde entro en derramamiento de sangre con los cristianos. Cristianos que más tarde nos dividimos y decidimos matarnos entre nosotros mismos.
Cristianismo, por cierto la religión que domina el mundo occidental ahora mismo. En confrontación diría con el budismo oriental. Cuyos monjes para ejecutar sus sentencias y no romper la máxima de un budista no mata una mosca. Dejábamos moribundos a los “ejecutados”.
Igual de moribundos que deja el trabajo de la tierra ajena al campesino. Cercanía a la muerte que nos impulso a matar al Zar y sus ministros en Rusia. 
[…] He tomado el té con las más finas reinas en sus palacios. Y he bebido en los peores tugurios junto a las peores compañías, viciosos, jugadores, prostitutas, reprimidos, borrachos, taberneros, ricos venidos a menos y escritores malditos. Todos ellos han gozado de mis conversaciones o incluso de mis puños.
Pero razones muy distintas inspiraron a Armstrong cuando piso la luna, por no hablar del inventor del coche, la televisión, la bombilla, el ordenador e incluso el vidrio o la cocina francesa.
Espero no haberte aburrido mucho con esta breve clase de historia, de todos modos los bostezos te delatan huésped, debes de tener sueño pese a que yo me deje casi todo en el tintero. Tranquilo muy pronto podrás dormir
Me parece que quieres beber algo. No hace falta que bebas con tantas ansías. Se nota por tu cara que la simple idea del agua te anima el alma. Bueno no es mucha pero te puedo dar algo. Aquí tienes un tazón de arcilla con agua. Albergo cierta esperanza en que no te moleste su estado marronaceo, es lo mejor que he podido encontrar por la zona. […]




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