lunes, 23 de enero de 2012

Madness: Presentación


La luna entraba serenamente por la ventana. Iluminando la estancia y aportando un blanquecino y bello tono  a los objetos. Era precioso como la luz jugaba con la pecera dispuesta en la mesa central.
Las velas diseminadas por el resto del salón otorgaban un resplandor cálido que se había conseguido media hora antes apagando las lámparas del techo. Hacía rato que la cena había terminado.
Una bella balada sonaba y recorría la habitación. Impregnándola de sentimientos prohibidos, y placer.
En la habitación de al lado se encontraba David, esperando una cita que había concertado por internet. Aunque hacía ya media hora que debía haber llegado ahí solo estaban los restos de la cena que había preparado, sus peces y la pantalla del ordenador que le devolvía el reflejo lastimero y agotado.
No era la primera vez que le pasaba. Y bien mirado le habían pasado cosas peores, como la vez que acabo saliendo con ese travesti tailandés, o cuando la “joven e inteligente” muchacha resulte ser una mujer de ochenta años analfabeta.
Bueno, lo mejor que podía hacer era poner la tele un rato a ver si se distraía.
Fue justo entonces cuando tocaron al timbre.
David, emocionado no pudo reprimir una sonrisilla de alegría y salió corriendo como un perrito en dirección a la manivela de la puerta.
Cuando, abrió se dio cuenta de que el travesti tailandés había sido incluso mejor que eso. Mitad lobo y mitad humano. Un monstruo entró en la casa. No tardo ni cinco minutos en dar cuenta de su cena.
En cuanto entro, se desenvolvió en una maraña de giros carmesí salpicando el felpudo  del recibidor. Y con David aún con vida lo cogió de una pierna, introduciendo sus garras en la carne del muchacho como quien parte un trozo de tarta. Y lo llevo a rastras hasta el salón golpeándole la cabeza en un par de esquinas del pasillo y contra el marco de la puerta. Lo que hizo del recorrido un rojizo sendero salpicado de sangre y contusiones varias.
Una vez en el salón con el pelaje manchado de sangre. Esbozo una sonrisa que permitió que un tufillo a descomposición asomara por entre sus dientes, largos, blancos como el marfil y afilados como una motosierra.
El pobre humano que se encontraba bajo sus pies estaba al borde de un ataque de pánico. Tanto que creo que si el lupino lo hubiera soltado en ese momento. Se hubiera puesto a dar vueltas sobre sí mismo, dándose de golpes contra la pared intentando encontrar la puerta.
El hombrecillo era realmente penoso, una especie de sustancia mocosa goteaba de su nariz y algo parecido a agua de sus ojos. Aun no sé cómo no se le pudo quitar el apetito a la bestia furiosa que tenia encima.
Pero parece que la bestia no estaba por dejar escapar un ápice de clemencia.
No tardo mucho en hundir sus garras sobre el vientre de su cena. Lo que provoco al instante un par de toses que escupieron sangre y que la maraña de pelo se viese cubierta de vísceras, sangre y una sustancia marronacea mal oliente que hace menos de un minuto habían pertenecido a un humano.
Por su parte uno de los ojos se le había escapado de las garras cuando decidió sacarlo poco a poco del cadáver. Y justo cuando fue a ejercer el último esfuerzo para separar la sustancia pegajosa que es el nervio óptico. Se le escapo y acabo en la pecera.
La cara del cadáver estaba desfigurada y se parecía más un montón de carne picada malamente pegada a unos huesos que se dejaban entrever. Coloreados por la sangre y en su minoría ocultados por restos de girones musculares.
Después de terminar su banquete, el hombre lobo volvió a sonreír, había disfrutado mucho separando la piel del cuerpo y comiéndosela poco a poco. Para divertirse un poco más rompió la espalda del muerto, de forma que parecía como si estuviera de rodillas.
Miro a la luna y no pudo reprimir una sonora carcajada entremezclada con un aullido. Ella seguía tan serena como antes de que él entrara por la puerta.

Espero que tanto cambio no os maree

Pues nada, dando vueltas como un tonto alrededor del teclado a ver si me llegaba la inspiración.
Han tenido que descolgarse algunas neuronas, por que he enterrado en un ataúd bajo dos metros de tierra a historias de la Ciudad y a Eiloc.
Y en su lugar, he juntado lo que creo que era mejor de ambas y he creado una nueva historia:
 * Madness*
Aun no se muy bien como va a ir ni cuales van a ser las historias principales.
Eso si no sera una historia apta para cardiacxs.
Dicho esto, os dejo para que podáis introduciros en el mundo de vuestra Locura particular.

martes, 3 de enero de 2012

Eiloc: Cap 2) Presentación de camtahaliönN 4º Parte



Después de unas agónicas pesadillas que le trajeron un mal descanso y un extraño dolor general. El futuro Camthaliön se despertó, y se encuentro en una diminuta cabaña en un bosque, postrado en una cama y con vendajes en todo su cuerpo.
Todo le daba vueltas y una extraña luz desdibujaba todas la figuras a su alrededor. Como consecuencia tenía un dolor de cabeza como si una manada de elefantes hubiera pisoteado su cerebro y como premio se hubieran paseado por su cuerpo para rematarlo.
Pudo advertir como una figura negra se giraba para poder verlo. Pero las fuerzas le flaquearon en ese punto y volvió a ser presa del sueño y la inconsciencia.
A continuación y como fin a otro “alegre y ecuestre” tour por sus mundos del sueño. Pudo volver a abrir los ojos y esta vez encontró la cara de un anciano mirándole fijamente y ofreciéndole una taza de algo humeante.
-          …. –el joven intentó decir algo pero por algún motivo no sentía las cuerdas vocales ni los labios-
-          Chissst –dijo el viejo- tranquilo te he ahorrado la molestia de intentar hablar y acabar gritando de dolor, te he aplicado unos hechizos curativos y he anestesiado tu aparato fonador durante un tiempo.
El viejo no debió de percatarse de la cara del muchacho o si lo hizo no decidió hacerle caso. En estos momentos le estaba dedicando una poderosa mirada de odio y en cierto punto extrañeza.
Pasaron cinco aburridos días 1 en los cuales el chico poco a poco fue recuperando la vitalidad y la energía gracias a los modales del viejo. Eso si estaban famélicos, los dos el viejo parecía seguir una estúpida dieta a base de pan y agua y cuando llevas sin cocinar vete tú a saber cuándo. Es normal que pierdas facultades y cometas deslices alimentados a enfermos2.
1. Creerme si que fueron aburridos, al chico no paraba de dolerle la cabeza y se pasaba prácticamente el día y la noche durmiendo. Mientras que el viejales no es que fuera precisamente el alma de la fiesta…
2. “Pequeños” deslices como que se te olvide cocinar la carne. No le quites las raspas al caldo de pescado, o mi favorito. Adereces los pescados con tierra. Bueno, él dirá que no lo hizo a posta, pero al quinto día se le cayó un pescado a la tierra y se lo dio con cierta malicia al enfermo… eso sí después le comento el incidente y el por qué de ese sabor tan peculiar. Afortunadamente seguía con la garganta anestesiada y no podía moverse excesivamente.

Eiloc: Cap 2) Presentación de Camthaliön Resubida

Nota: Este capitulo aun no esta terminado, es lo que había antes en el blog, aun le quedan unas cuantas partes



<< Nunca me han gustado las fiestas. Puede que sea eso lo que me ha llevado, tras años de estudio y sacrificio. A obtener la túnica dorada que me señala como Archimago. >>
<< La razón de esta aversión, debe provenir, sin duda alguna de mi infancia. Cuando no había tiempos para sortilegios o hechizos. Ni dinero para una educación básica. Cuando podría considerarme afortunado su ese día no tenía nada para comer; y no me daban una paliza que me dejaría postrado en la cama cerca de dos semanas mal contadas. >>
Y es que el Archimago de la prestigiosa escuela de Tamuyr; no disfrutó siempre de los beneficios de la magia y la jet-set. Prueba de ello es su anterior nombre: “Perro”
Por aquel entonces, el vestía con unos harapos profundamente raídos. Producto natural y resultante de dos años de vida en las calles comiendo de la basura, y mendigando alguna moneda para recibir un puñetazo. Su cara distaba mucho de ser el semblante distendido y amable de estos días. Embadurnada del hollín de las chimeneas que limpiaba. La faz del chiquillo era la cara de alguien a quien la desventura, la muerte y la incomprensión, recamaban desde tiempos inmemorables.
Sus manos eran raquíticas y huesudas; tan demacradas como el resto del cuerpo. Estas estaban plagadas de arañazos y cortes. Provocados en su mayoría por el “buceo” (recolecta de comida en los contenedores).
Las piernas eran la otra parte de su joven cuerpo que peor era tratada. Magulladas, y en mayor parte del tiempo sangrantes. Podría decirse que hacían juego con las manos. La única diferencia con las partes superiores era la localización y gravedad de las heridas. Además de que las piernas estaban ligeramente protegidas por unos vaqueros.
Los encontró el verano pasado 1 colgados de una viga, en un granero abandonado. Después de cerca de una fatigosa media hora intentando trepar por un pilar de madera. Decidió lanzar una piedra y ver qué pasaba. ¡Et voila! El guijarro dio en la hebilla, rebotando (¿pero qué?) y metiéndose en uno de los seis bolsillos del pantalón. Desequilibrándolos y posándolos en el suelo con escasa delicadeza.
En el preciso instante en el que los pantalones besaron el suelo. El chico, (el que el único nombre que había conocido hasta ese instante era Bastardo) cogió una antigua nota, envejecida, en la que ponía Fiwë Fenfalas.
No se atrevió a adoptar el nombre. Debía pertenecer a alguien importante (pensó él), en su ignorancia llego incluso a pensar que poseía los antiguos pantalones de un noble. Cosa que en los suburbios en los que dormía, era algo útil y/o peligroso. Lo que le llevo al segundo golpe de suerte 2 de aquel año. Aprender una profesión.
1: El que según había sido el mejor verano de toda su existencia
2: Que no fue necesariamente bueno, ni necesariamente malo.


Fue una mañana. Cuando después de pasar la acostumbrada noche en la que prácticamente molió todos sus desprotegidos huesos en el frio empedrado, encontró al que le enseño su primer oficio.
Siguiendo la compleja maraña de rituales y leyes no escritas; necesarias para sobrevivir a la vida en los barrios bajos. Bajo hasta el centro ciudad para evitar así el encontrarse con gente más fuerte que él (razón principal para dejarlo postrado en cama). Pero, aun asi nos os confundáis. No es que fuera bien trato en el centro, sus andares y ropas escandalizaban a los nobles (que en lugar de acercarse y ayudarle, dándole una comida digna, lo miraban con recelos y palpabanse sus ricas y delicadas vestimentas) mientras que su raquitismo y aspecto famélico hacían que los vendedores recontasen sus productos como si les fuese la vida en ello.
Prácticamente los únicos que no lo miraban con desprecio eran los escasos artistas callejeros. Nómadas la mayor parte de ellos, estaban acostumbrados a ver desgracias. Y, aun en escasas ocasiones; repartían alguna manzana medio podrida  o los restos de la cena de ese día entre algún agraciado vagabundo que pasara por allí. Este comportamiento era curioso y harto extraño. Debido a que muchas veces ellos mismos no tenían que llevarse a la boca, y si lo tenían no solía sobrepasar el mendrugo de pan acompañado de un vaso de tinto y puede que un filete reseco en los días de fiesta.
Puede que ellos como juglares y no trovadores1 que eran entendiesen mejor las necesidades de los pobladores de las calles; o puede que simplemente decidieran ser simpáticos.
Poco importa eso cuando llevas más de una semana sin comer. Al acercarse el chiquillo al campamento de los juglares, los pelillos de su nuca se erizaron como respuesta a la alegría y algarabía cercanas. Loco, de la emoción por conseguir algo que llevarse a la boca no pudo contenerse y echo a correr calle abajo hasta toparse de con la paciente fogata que quedaba de la noche anterior.
El chaval busco a los artistas, y al no encontrarlos pensó que aun estarían actuando dos calles más abajo. Y pensando en ocasiones anteriores decidió adentrarse en la cocina para coger un pedazo de pan con sutileza e irse como si no hubiera pasado nada.
 La cocina en sí, probablemente no fuera digna de aquel titulo. Era una tienda anexa a la tienda donde se guardaban los instrumentos necesarios para las actuaciones. Si gustásemos de entrar en ella, veríamos una proporción ingente de hierbas medicinales colgadas en ramilletes de lo alto de la tienda. En caso de bajar la mirada daríamos de lleno con los escasos platos de barro existentes, que en ese momento estaban a medio fregar. Si giramos la cabeza inevitablemente veríamos autenticas montañas de vegetales. Las montañas verdes estaban dispuestas de tal manera que pareciera enfrentadas con un grupo de hogazas morenas y tostadas al calor del horno.
Fue a ese lugar adonde se dirigió el futuro Archimago, no sin antes reparar en un libro que estaba descansado en una mesa en el centro de la cocina. El libro en cuestión no era muy llamativo, de unas tapaderas de cuero rojo, con caracteres dorados tatuados en el lomo, y de un grosor de unos cinco centímetros. El Camthaliön de aquel entonces no sabía leer, pero pensó que no hacia mal a nadie vendiendo ese libro. A fin de cuentas los juglares no lo echarían en falta, dado que estaba sepultado bajo unas hojas de lechuga y algunas cascaras de cebolla.

1: Mientras que el trovador suele trabajar como cantautor en cortes, o similares, gracias a su (usual) educación de clase “alta” (muy entrecomillada esta última palabra). El juglar suele interpretar las canciones de los primeros con algunos apaños de su propia cosecha (debido en parte a su usual origen más humilde), amenizando las tardes de los transeúntes y recibiendo limosnas.


De modo, que con pensamientos de venta y beneficios en mente abandono el campamento con un cacho de pan duro y mohoso y un libro rojo (en otras circunstancias habría cogido una hogaza entera y en buen estado, pero algo en el fondo de su corazón le instaba a dejar aquel libro en su lecho de despojos de la ensalada de anoche). Esta vez no corrió por las calles, ni siquiera ando rápido, estaba ocupado pensando en cuanto podría valer el libro. Porque seamos sinceros, uno no puede ser analfabeto y pretender ser un experto tasador de libros.
Basándonos en el precio del cuero de base podría pedir un precio relativamente moderado prácticamente alto; pongamos unas tres monedas de oro. Si nos fijamos en la cantidad considerable de papel podríamos aumentar el precio hasta llegar a unas cincuenta monedas de cobre extra. Aún así ese precio solo daría para comer bien un mes escaso. Y eso teniendo en cuenta que no intenten rebajarlo.
Ya por la noche pensó que debería pedir más. ¿Qué tal si les saco una moneda de plata en lugar de cincuenta de cobre? Si hago eso puede que pueda dormir dos semanas en una posada. No, eso no me compensaría, debería usar ese dinero en comprarme ropa decente y encontrar un trabajo pero ¿qué puedo hacer yo? Alguien que su ultimo (y único) recuerdo antes de despertarse en las calles es el de unas manos delicadas empujándolo a hasta llegar al extrarradio.
Probablemente me dejen trabajar como monaguillo… aunque mejor pensado eso de no pecar para alguien que vive de los hurtos y las basuras…. No lo veo. ¿Y si fichase de campesino? Imposible, no me creo capaz de pagar impuestos a algún vago, que es más necio que yo.
Visto así parece que mi única salida es pagar para meterme a aprendiz de algún artesano. O ser un vulgar estafador de poca monta que venda crece pelos, filtros de amor, o “haga” milagros. Pero aunque uno haya vivido en la calle, tiene una moral. No puedo timar a los que han sufrido lo mismo que yo, y han recibido el abrazo del frio desde la noche hasta el alba.
Por otro lado podría simplemente comprar comida e ir a vivir junto a los paganos, y los proscritos en los bosques. Si tengo suerte me encontrare con algún guardabosques que me enseñara el oficio… pero bien pensando es la más peligrosas de estas ideas. En los bosques se refugian todos los desechos de la sociedad, bandidos, proscritos, herejes y paganos… Mejor pensado haría mejor en ponerme un cartel en la espalda que ponga:
 “Tengo dinero, róbame.”
Fue en medio de estos pensamientos de futuro, cuando Camthaliön se choco contra una figura vestida de negro. Esta le dio un empellón que lo desequilibro y lo lanzo a un charco de barro.
<<Perfecto, ahora tengo un pan mohoso lleno de barro y un libro que. ¡Se ha salvado! –pensó Camthaliön>>
En efecto, el libro se había salvado, pero eso no significaba que fuese suyo. La figura vestido de negro se había apropiado del libro (según el chaval).
-          ¡Eh, tú devuélveme mi libro! –grito, levantándose lo más dignamente que pudo-
Como toda respuesta la figura vestida de negro siguió caminando con el libro rojo bajo el brazo, no sin antes arrojar una bolsa de monedas a los pies del chico.
-          ¡Que me lo des! – reitero Camthaliön-
El silencio, fue la única respuesta obtenida, esto no tranquilizo al chaval, lo irrito más aun (¡Ese tío se estaba riendo de él!). Y tras coger la bolsa de monedas se lanzo a la carrera. Cuando la figura giro rápidamente la cabeza y vio que el chico perseguía su sombra, no solo no echo a correr si no que se paró en seco, dándole la espalda. Levanto la mano, y no hizo nada mas salvo devolver su brazo a la posición inicial.
El chico, más irritado aún por la vaga respuesta de la persona que tenía delante. Acelero, más hasta, que llego al punto de estar a un palmo del ladrón de su libro. Y al dar un paso, sin explicación aparente se cayó y volvió a comer algo de barro.
Cuando escupió el barro, expulsándolo así de su boca. Vio que tenía una mano completamente blanca tendida frente a él. Parecía como si quisiera ayudarlo. Pero el chico, lleno de rabia le dedico una sonrisa bobalicona y un escupitajo como respuesta. Y se levanto solo sin borrar la estúpida e irritante sonrisa de su cara.
-¿Quieres darme mi libro? –dijo, conteniéndose para no gritar-
Fue, en ese momento. Cuando la figura permitió que el viento empujara la tela que cubría su cabeza. Para así revelar un bello rostro, coronado por cabellos negro, como el tizón, que en contraste con su pálido rostro, le daban el aspecto de un muerto… bueno un muerto, demasiado vivo. Los ojos parecían auténticos pozos en los que las estrellas se reflejaban, iluminando el rostro, de un cariz preternatural.
-¿Tu libro?-respondió una voz femenina y melodiosa- Este libro, no es tuyo, te lo acabo de comprar. –y antes de que le diera tiempo a recomponerse añadió- ¿No es eso lo que querías?
El chico, que no estaba acostumbrado a que le leyeran el pensamiento 1. No se le ocurrió otra cosa que ponerse a gritar a pleno pulmón:
-¡¡BRUJA!! – breve pausa para recuperar aire después de su monumental aullido- ¡Es una bruja!
-Idiota –masculló la mujer-
Dicho esto, la mujer no hizo gran cosa. Salvo, volver a protegerse bajo la capa y la capucha, y proseguir su camino, después de cerrar los ojos un momento y descolgar el farolillo que iluminaba la calle. No tardo en estrellarlo contra el pavimento, al tiempo que dijo:
“Oh ojos negros. Ayudadme a ver, solo una mirada, para que me pueda, yo esconder”.
Al instante, los transeúnte de la oscurecida calle. Sintieron como un ropaje pasaba rápidamente cerca de sus pieles, pero sin siquiera rozarlas.
1: Entenderlo, no solo es la irritación obvia de este encuentro. Si no que además se le suma el ataque psíquico que acababa de recibir
A los cinco minutos, el miedo de los adultos era palpable  en el aire. No es que temiesen que la mujer les hechizara, o robara a sus niños. A fin de cuentas eran relativamente normales las brujas que pasaban por la ciudad y no se molestaban en usar sus poderes. El problema radicaba en que en el fondo temían a lo desconocido. Y ellos acaban de ver magia en acción. Que por muy débil que fuera siempre necesita concentrar altos nivel de energía para trastocar la realidad.
Y es que en un pueblo acostumbrado a las supersticiones. No pasa por alto el aullido de los perros, en la medianoche, ni el vuelo de los cuervos en forma de uve, como tampoco permite que los gatos negros pueblen sus calles. Razón, por la cual esta vez tampoco lo tacho de paparruchas.
Los perros, entonaron su canción. Los cuervos se elevaron de los pegajosos campos de malvas que son los cementerios. Y los gatos negros salieron a las calles.
¡Imaginad el revuelo montado! Tenemos varios ignorantes intentando pasar a la acción de la forma más organizada posible, correteando de un lado a otro, santiguándose y buscando la Iglesia más cercana. La muerte sobrevolaba los edificios de la ciudad. Ningún lugar estaba a salvo, los campanarios tañían sus campanas, al son del fuego iniciado a la desbandada por los campesinos.
Los rumores se propagaban al ritmo del fuego, mientras uno lamia y destruía las casas hace poco serenas. Los otros, no lograban ponerse de acuerdo en cuan de espantosa era la mujer. Unos decían que era hija del mismísimo Satanás, mientras que los otros hablaban de una trágica historia de amor que acabo con la muerte de la joven, dándole poderes de ultratumba para consolidar su venganza y desfigurando su rostro cada luna llena.
Los durmientes, salieron del amparo del hogar a las frías aceras, aún en camisón, y los que pudieron con algo de ropa o dinero encima. Los llantos de los niños y las mujeres rasgaban el cielo como si se tratasen de saetas. Más de un pequeño murió asfixiado por el humo esa noche. Tal era la impotencia de los habitantes de la ciudad
No tardaron en oírse lacónicos rezos y oraciones a los diferentes dioses, el compas de estos era marcado por la acuciante necesidad de encontrar un camino entre las llamas para poder ir al rio del bosque. Pese, a las múltiples promesas y ofrendas recibidas en forma de vidas, los dioses deberían estar riéndose de esos mortales. Asustados por el equivalente medieval a unas gafas de visión nocturna.
El olor a carne asada impregno la ciudad, con un tétrico humor negro. Hacía meses que los habitantes no podían costearse un banquete como el que les ofrecía la antropofagia en esos instantes.
El caos era el verdadero rey de la ciudad. La muchedumbre, enfurecida y atemorizada buscaba la manera de salir de este infierno. Mientras que los más pobres y desgraciados intentaban aprovecharse de las casas desprotegidas saqueando los objetos de valor, encerrándose así en su propia mastaba de lujo derretido y carne quemada.
Los inmortales despertaron al son de las campanadas. Controlados por sus instintos asesinos y su eterna sed. El fuego los había despojado de las artes de seducción y el misterio que los caracteriza. Ahora se habían convertido en vulgares asesinos, que no eran capaces de controlarse. Mientras que algunos corrían en dirección contraria al fuego, otros procuraban alimentarse del primer desgraciado que se cruzase en su camino. Las calles recibieron un baño de sangre que no recibieron desde su construcción, a manos de esclavos.
Los hijos de la noche, degollaban a vírgenes y madres por igual, sin importarles el status o condición social. Solo ansiaban el líquido que calmaría su constante sed. Muy pronto la población quedo diezmada, por los asesinos nocturnos. Que ahora no se contenían y se deleitaban clavando sus uñas en gargantas ajenas. O mordiendo alguna vena. Los pocos que aun mantenían la compostura, disfrutaban dando tajos en las espaldas de victimas que eran empujadas hasta ellos en una vorágine de violencia. Y luego, lentamente, para prolongar el tortuoso sufrimiento y el deleite previo a la alimentación. Poco, a poco, muy lentamente. Estiraban de la piel, hasta transformar a sus víctimas en una mole de músculos que chillaban y pidieran que acabaran con sus vidas. Teníamos vampiros de todos, los estilos, desde los sádicos antes mencionados, hasta los “humanos” que intentaban escapar junto a sus familiares humanos, pasando; como no por los que preferían crear progenie.
Fue en el momento de mayor violencia vampírica. Cuando el viento aulló entre las grietas de los edificios robándoles el calor a los vivos y enfureciendo a los vampiros. Cuando las llamas se propagaron por la ciudad, y alcanzaron el bosque. El límite de la frontera entre el rey vecino y la ciudad en llamas.
Como es natural el horror no dejo indiferente a Camthaliön. Quien con un vampiro pisándole los talones. Tomo la más afortunada decisión de su vida 1. Cruzar las llamas. Estuvo cerca de un minuto dudando, pero quemarse era mejor que morir desangrado 2. En apenas un instante, el futuro Archimago, saltó, entre las llamas. Sorteando gran parte del muro de fuego y dejando que el vampiro se quemase, pero quedándose a la mitad del mismo.
El simple hecho de intentar gritar de dolor, le era imposible. El dolor era aun más acuciante si movía cualquier musculo que no fuera estrictamente necesario. Rápidamente y sin siquiera pensarlo, rodo, por la arena, para apagar el fuego. Aun sabiendo que arrastrarse por el suelo le dolería bastante.
Y fue allí, donde poco, a poco, gimiendo como buenamente pudo, fue cediendo, hasta perder la conciencia.

1: Principalmente por que le permitió prolongarla
2: Como nota curiosa: Dudo que ahora mismo hubiera elegido igual. El robo de vida por parte de un vampiro es bastante placentero, para ambos individuos. “Donante” y receptor. Debido a una toxina segregada por los vampiros, a fin de evitar que la victima intente escapar.

Eiloc: Cap1) Presentacion de Ielena resubida

Bueno, os hago una resubida de Eiloc, para que no tengáis que buscar los capítulos. Como siempre divertíos, y recordar que un blog vive a través de los comentarios.






La luna llena había estado brillando, durante toda la noche, como hace cada 28 días todos los meses. La luna había estado iluminando a las sacerdotisas de la diosa luna elfica. Ahora solo quedaban los restos del ritual, celebrado por las matriarcas.
Cuando los primeros rayos de luna alcanzaron las briznas de césped, las novicias aparecieron.
Ellas eran las figuras ataviadas con un simple hábito de un blanco virginal (aunque un término más exacto seria camisón). Con adornos en sus cuerpos en forma de collares y brazaletes. De plata los primeros y de oro los segundos.
Ellas arrastraron sus cuerdas con campanillas. Como resultado del baño de pintura blanca producido hace un escaso cuarto de hora estaban trazando el círculo. Y llamando a sus superioras inmediatas.
Las comadronas. Las que llevaban junto a ellas una parte del alma de la mayoría del clan, las que habían ayudado a dar a luz, y por tanto salvar a casi todos (por no decir todos) los elfos del clan.
Las segundas madres, están vestidas con una bella túnica; más elaborado que el camisón de las novicias. La túnica era de un marrón, que haría reverdecer de envidia a las hojas otoñales (con las que estaban hechos), esta parte de las vestiduras representaba la estabilidad. Que como comadronas aportaban a las madres primerizas.
Si subíamos por los hombros, encontraríamos una capa, se un rojo sangre. Símbolo de la sangre menstrual, y de la vida. Era con esta capa con la que se envolvía a una madre elfa si moría en el parto.
En caso de que gustemos, de seguir un sugerente hilo de plata que rodea el cuello de todas las comadronas encontraríamos el colmillo de un lobo como símbolo de la virilidad y del semen. Era uno de estos los que se encuentran en las bocas de los niños que mueren en una luna o antes.
Fue cuando, las poderosas asistentas de las madres en estado de parto, pisaron los alrededores de las marcas del círculo cuando se pudo percibir lo que la madre superiora llevaba en brazos: Un bebe humano.
De no ser por los votos de silencio de las novicias y la no asistencia de las comadronas más conservadoras, la niña habría recibido los más variados y arcanos insultos. Debido, a que los elfos eran conscientes del daño que provocaban los humanos, a la madre Tierra.
Ellos eran los que torturan a los insectos, con sus gases dignos del mismo infierno o arrancándoles una a una las patitas y las alas. Los que deforman el hígado de un noble pato hasta convertirlo en algo similar a la mantequilla. Los que pinchan los ojos de las aves para que canten más. Los que idean las más sádicas, y pérfidas maquinas para provocar dolor a sus semejantes, por crímenes infundados o por haber sido obligados a matar. Los que no tienen ningún pudor, ni remordimientos por apoyar. Tanto directamente como indirectamente estos actos.
Y aunque los elfos, presumían de su “igualdad” y su “fraternidad” entre todos los seres, no eran capaces de disimular su odio por la raza, dominante, la que hace tantas lunas les gano la batalla, evolutiva. Cosa que los elfos consideraban incierto por que según ellos eran evolutivamente más aptos (cosa que hasta cierto punto es cierta).
Como espectador del suceso de discriminación racial que esta fuera del conflicto, puedo escribir unos pocos párrafos más. Pero los elfos tienen libros enteros sobre ello. Así que si quieres, pregúntales a ellos (si queda alguno cuando leas esto).
Aun así, volvamos a nuestra historia.
Aunque normalmente, el recibimiento de una nueva vida entre los elfos es acogida con gran alboroto. Debido en parte a la escasísima data de alumbramientos elfos (que es incluso más baja que la actual humana), la otra razón de peso es que a los elfos les encanta festejar 1.
Pese a todo, el odio racial no dejaba de ser algo latente, y es que hacía poco más de quince días (nótese la adición de un día extra dado que estamos en territorio elfico, y son exactamente las doce de la noche) los humanos habían comenzado a talar los arboles. Que estaban a tres kilómetros del principio del círculo de los bosques 2.
Y eso si eras un elfo “tolerante”. Si eras vengador o incluso cazador o guerrero. Raro sería que tu linaje no contase con alguna historia en la que un humano, robó una buena pieza de caza o salvo a los enemigos de tus antepasados.
Naturalmente que esto no eran más que paparruchas. Los humanos no odiaban a los elfos 3. Bueno, ellos solo los llevaron al borde de la extinción. Pero por una razón de peso: ellos los atacaron antes (obvia  decir que los elfos alegan que asesinar a los humanos que veían destrozando el bosque era una lucha justa y noble y que ellos fueron los que empezaron la lucha).
En resumidas cuentas, eso es lo que gritaban los rostros de las elfas.
Ninguna quería a una humana entre ellas (además del odio. Las razones principales eran:        a) habría que educarla, quererla, protegerla alimentarle… b) aunque ninguna se atrevería a decirlo, tenían un miedo atroz a que la inevitable muerte les arrancara de sus brazos a su niña).
Aunque, como era lógico (y como ya he dicho arriba) nadie se atrevió a desatar la ira de los dioses y romper algún voto de silencio o desobedecer a la madre superiora.
En medio de estas reflexiones, aparecieron las sacerdotisas. Vestidas con una túnica verde oruga (dependiendo de la línea de los elfos en cuestión cambiaban de color: Los elfos del bosque usaban las verdes, los altos elfos usaban túnicas grises, los elfos oscuros… digamos que prescindían del peso extra en sus ceremonias), la cual acompañaba con destellos la luz de las estrellas y representaba la naturaleza. Lucían las mismas capas que las comadronas y su colgante era de oro (en ocasiones enano) representando una luna llena con dos medias lunas a los lados 4.
A la cabeza del mar de verde, iba la suma sacerdotisa. Que en señal de luto había cambiado su bello vestido purpura por uno de un rojo carmesí. Portaba:
 Una daga  engarzada en esmeraldas, las que representaban las plantas, y sus bienes. Tanto curativos como venenosos, porque con la daga te puedes defender pero también puedes autolesionarte.
Llevaba también una flauta de hueso en uno de los pliegues de la túnica. La que representaba la libertad que puede dar el aire al alma, y el peligro de los huracanes, tornados y mangas marinas.
Un bastón de roble, firme y poderoso; estable como la propia tierra. Y que al descargarlo contra un ser vivo provocaba daños graves en él.
Y una copa representativa del agua. Liquido de la vida, donde todo empezó y empieza, y donde acabaran las almas, en un barco hasta la tierra del verano 5.

1: Uno de los poquísimos aspectos que tienen en común con los vampiros: los elfos han aprendido a disfrutar de la fiesta, debido a que es algo que aligera sus longevas vidas. Según algunos eternas y según otros simplemente larguísimas. Debido a esto, los elfos han bebido de todos las fuentes de sabiduría posibles, y aprendido todas las artes del entretenimiento posibles. Ni que decir tiene que una gran mayoría de miembros de otras razas ha acabado pensando que los elfos se dedican casi exclusivamente a la diversión.
2: El reino, elfo. Separado por el basto océano del continente humano, está dividido en “anillos” o “círculos” creados para todas las facciones, a excepción de los elfos oscuros que optaron por auto-exiliarse a las montañas. El primero de estos círculos es el de los elfos del bosque, situado a pocos kilómetros de la costa. Personalmente dudo que los humanos quisieran ofender a los elfos… es más dudo que unos humanos, no entregados a la magia u otra disciplina preternatural supiese que estaba en tierras elficas… o ya puestos orcas.
3: Bueno no más que se odiaban entre ellos, asiáticos, occidentales, africanos… Todos sois iguales, no os importa ni siquiera vuestro planeta, solo os interesáis por vuestra megalomanía personal, y no mostráis excesivos escrúpulos a la hora de mataros entre vosotros.
4: El símbolo de La Diosa. Que actualmente han adoptado los paganos humanos.
5: Que es el nombre que daban los antiguos elfos, y los modernos neo-paganos a la tierra donde los muertos descansan hasta su próxima reencarnación.
Al llegar la suma sacerdotisa al círculo, y sin mediar palabra con sus semejantes. Cogió a la niña y se sentó. Lleno la copa con agua, usando la mano libre, y colocó el baston frente a ellas en posición horizontal. Y finalmente rasgo el manto que envolvía a la pequeña con la daga y una vez que estuvo completamente desnuda. Le pincho el dedo con la punta de la daga para que cayeran unas gotas de sangre1.
Al caer esta al suelo, salpicado de figuras verdes, de tal modo que parecía como si Gaia se hubiera dedicado a esparcir un líquido mágico en la zona. Se pudo apreciar como al simple contacto con la tierra esta se filtro y se integro en el seno de los tréboles. Fue justo cuando la sacerdotisa alzo la daga para permitir a la criaturita seguir con su ciclo de reencarnaciones.  Y antes de darle tiempo a esbozar una sonrisa de satisfacción los restos de sangre que habían quedado sobre la superficie del altar comenzaron a brillar. La diosa Aiana-Matyr la había reclamado.
Ella era la madre de todos los elfos, a la que se llamaba en los escasos bautizos y los aun más escasos casos de enterramiento. La protectora de la raza, la que ha velado por su bien desde tiempos inmemorables. La que enseño a los elfos el secreto de la inmortalidad, y la que fue castigada por el dios de la muerte, robándole los secretos de la inmortalidad. Corrompiéndolos otorgándoselos al primer vampiro.
Ella era la que acababa de tomar bajo su divina protección, a la pequeña.
-Ella, es la que acaba de tomar como su protegida a la pequeña Zirimarith ap Aiana (lo que traducido queda en algo así como: Zirimarith la hija de Aiana) – dijo la sacerdotisa malhumorada, sin abandonar su postura de sentada y su mohín de desprecio a la humana-.
Dicho esto la comadrona con de más alto rango (la misma que hace dos días la encontró   medio sepultada bajo la nieve y le aplico sus “escasos” 2 conocimientos de medicina natural) fue designada como su protectora. Debería proveer por su educación, darle sustento y lo más importante y según dijo la suma sacerdotisa:
-Vigilarla, no podemos permitir que un humano descarriado venga a destrozar milenios de tradiciones elficas.
La pequeña aun no era consciente del peligro que acaba de correr, pero al parecer su nueva madre la había protegido por alguna misteriosa razón.
La educación de la niña siguió sin mayores problemas, que su falta de habilidades sociales y su socio fobia. Cabe hacer especial mención a su lento desarrollo intelectual (para los elfos) dado que estos comienzan a hablar al primer año de vida. Este peculiar retraso en la adquisición de las habilidades fonadoras fue lo que condujo un día un maestro elfo a la cabaña del bosque de la comadrona.
La joven Zirimarith, (que entonces tendría cerca de los dos años, para ser exactos 22 meses, edad a la que los niños elfos comienzan a decir frases con sentidos; mientras que ella se limitó a seguir con palabras bisílabas) estaba sentada en un rincón de la cabaña. Ese era: “su rincón”. Como la cabaña de Tía Narmolay , era harto pequeña; contando esta con una cocinilla donde se secaban las plantas del bosque, que envolvía la cabaña 3. Una espartana habitación hacía de salón de estar en el que los libros eran el único entretenimiento de la elfa, y los escasos juguetes fabricados por la comadrona de la niña.
Era en este salón de estar, donde la construcción de piedra y madera que dos personas podían llamar hogar se tornaba más cálida. Por la razones ya citadas podemos intuir el espacio reservado a la que fue bendita hace casi dos años fue bendita. Estuviera alojado en la sala de estar. En efecto, esta era literalmente el rincón que quedaba más cerca del único dormitorio de la casa.
El rincón de juegos (que era el nombre con el que lo bautizo Tía Narmolay cuando estuvo construido). Estaba delimitado por una procesión de troncos, que como hacen en los meses de primavera la oruga procesionaria 4. Los troncos en si eran de encina, que habían sido despojados de la dura y negruzca cascara que los protege de las agresiones externas hasta dejarlos en unos cilindros cuasi perfectos.
Dentro del cuadrado delimitado por los antaño florecientes entre abril y mayo. Se encontraba una manta de un amarillo anaranjado similar al del color del girasol.
Encima de la propia manta encontraríamos, probablemente, los siguientes objetos:


       -Un caballito de madera bastante rustico; formado por dos piezas de madera (el tronco y la cabeza). Varios palos (cuatro, para ser exactos). Y algo de hilo para la cola. Todo junto no superaría el tamaño de la mano de un adulto.
      -Una taza (también de madera) mordisqueada por Zirimarith
      -Dos muñecos de trapo: representantes de un elfo y una elfa. Mientras que los dos estaban manchados de barro del bosque. El muñeco masculino tenía sendas manchas de zumo de bayas silvestres (aportadas por la taza de Zirimarith cuando esta intento que bebiera un poco). Y la elfa simplemente carecía de manchas adicionales debido al especial cuidado y remilgo con el que era tratada.
1: Para las cerradas mentes tanto humanas y como orcas: Usó magia para curar la herida
2: Recordemos que estamos hablando de elfos: Sus conocimientos de las plantas igualarían a los de cualquier botánico, pero no dejaban de ser relativamente escasos para una elfa de su categoría, que se había dedicado al aprendizaje de la magia, que no debe ser aplicada a los menores de 3 meses.
3 El bosque era tan tupido y oscuro que la impresión de que los propios arboles iban a sepultar el refugio de la comadrona elfa, y de la joven medio-elfa.
4 Thaumetopoea pityocampa Schiff
En el momento en el que la figura vestida con una especie de habito negro(aunque en realidad era un túnica) que era presionado contra el cuerpo usando una cuerda dorada un poco más bajo que el pecho. Lo que unido a la capucha también negra que llevaba, le daba un aspecto más de hombre del saco que de maestro. Si al aspecto ya amenazador de por si lo aderezamos con dos guantes de cuero. Obtendremos una imagen bastante clara del maestro, Goldaryr.
La primera reacción de Zirimarith, fue el mayor de los espantos, debido a que otra de las virtudes del señor Goldaryr, es que en el pasado se quemo la cara cuando invocaba a un djinn del desierto. Pero cuando la pequeño observo como su “madre” los obsequiaba con uno de esos abrazos que por poco te hacen caer rendido al suelo por el fuerte olor a hierbas que ha quedado impregnado en ella. Le ofreció de beber un taza caliente de infusión de regaliz. Y se ofreció a preparar un barreño de agua con artemisa para sus pies (cosa el viajero rechazo por cordialidad). La joven medio-elfa cambio de opinión.
Cuando se sintió lo suficientemente segura, se acercó, andando y como buenamente pudo al invitado. Al verla, este interrumpió la conversación con Tia Narmolay y con una voz, increíblemente melodiosa (incluso para un elfo cantor) dijo:
-          Veo, que tienes una buena bribonceta en casa, querida – dijo el encapuchado con una sonrisa que apenas fue visible para las dos mujeres-. Tiene valor, por lo que si no, no se habría acercado a mí, pero también cautela porque se lo ha pensado.
-          Bueno, ¿no dicen que son cualidades de los humanos? –dijo la mujer, al mismo tiempo que miraba con una chispa de malicia y resentimiento al hombre-.
-          Sabes que eso no fue por su culpa, además si no hubiera sido por tus cuidados ahora estaría muerto y con una cara peor aún.
-          Claro, lo que tú digas “maestro”- cabe destacar la sorna e ironía inyectada en la última palabra-.
-          Creía que no venía discutir sobre los tiempos pasados –dijo el mago algo indignado-. Tengo mejores cosas que hacer en Tamuyr, acabo de recoger a un alumno.
-          - ¡Ah! La diosa sabe que esos alumnos te llevan por el camino de la amargura. ¿Por qué no vienes a vivir con nosotras?
-          Ya mantuvimos esa conversación hace un siglo – dijo dirigiéndose a la puerta-. Adi…
-          ¡Espera! – chillo, angustiada la elfa-. Mis sentimientos ya no importan, te he llamado para hablar de la niña.
-          Ummh – fue lo único que el elfo profirió, cerrando la puerta pero sin soltar la manivela-.
-          Sabrás, por los juglares que acuden a tu escuela su caso – a esta afirmación el mago correspondió con un leve movimiento de cabeza-. No sabes lo difícil que se me hace para mí, pero. Quiero que le enseñes
-          - ¿¡Estás loca mujer!? Ambos somos viejos y sabemos en el problema en el que me metería si entreno a un elfo en mi escuela sin consentimiento de la Reina Anarïôn.
-          Sabes que ellos la odian, la quieren lejos, y además, puede que tú tengas hechizos rejuvenecedores que le hagan efecto, pero no soportaría verla morir. Ya paso con mi primer hijo – al decir esto, ultimo no puedo retener unas lagrimas-.
-          Chst, tranquila- dijo el mago en tono conciliador.
Al ver a la pobre elfa, llorar el mago no pudo evitar acercarse a enjugarle las lágrimas con la manga de su túnica.
<<Puede haya sido demasiado duro –pensó el maestro Goldaryr- La pobre mujer ya paso por una muerte cuando éramos jóvenes, es natural que quiere proteger una vida, después de todo es comadrona 1. Además ya he notado el don de la magia en la niña. Bueno todos los niños lo tienen, no será difícil evitar que se duerma 2>>
Cuando la triste y sollozante elfa se calmo. Fue cuando la pequeña; después de un grandísimo esfuerzo, trajo una taza del regaliz que había tomado “el-hombre-que-hizo-llorar-a-mama”. Aunque él como la había hecho llorar era desconocido para ella, sabía que tenía que ver con él. Pese a todo la muchacha no alcanzaba a comprender que  ni el maestro  ni sus palabras eran la razón del llanto.
Fue cuando le tendió la taza (medio vacía, dado que había sido prácticamente derramado por el camino), el momento en el que con muchísimo esfuerzo dijo:
-Mmm-ma-mama
-¿Q,qué as dicho Ziri? –Logro titubear Narmolay-
-Mama – dijo como si hablar de repente cuando tu madre se ha rendido, fuera lo mas natural del mundo-.
La luz, reemplazo la oscuridad del semblante de la comadrona. Sus ojos brillaron con un fulgor, que las propias estrellas envidiarían. Sus rasgos juveniles parecion volver a su cuerpo, haciendo que sus 300 años parecieran poco mas de 28 (aunque para los humanos suela aparentar tener 30 años). Pero el gozo aumento al oir las palbras de antiguo novio:
-Decidido, puede venir a la escuela. Con unas condiciones:
Solo podrás verla en periodo de vacaciones. Te responsabilizas de todo lo que le pase, desde hechizos fallidos hasta caídas. Las notas serán enviadas por diablillos mensajeros cada año. Y deberas darme una tarta de manzana anual - añadió con una sonrisa de bobalicon de oreja a oreja-

1: Esta distinción es hecha por que las comadronas elfas, solo pueden serlo si han perdido a un niño, o si son vírgenes. Cosa que obviamente Narmolay no lo es al haber tenido a un niño mestizo, antes de cuidar de Zirimarith.
2: los magos llaman dormidos a los que no pueden practicar la magia, normalmente por dogmas o tabúes.
Ej: En el siglo XXI prácticamente toda la población esta dormida al no creer en la magia.